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lunes, 19 de mayo de 2014

Caballero sin espada


Por algún extraño motivo en el año 1939 se produjo una especie de conjunción de astros que dio como resultado el posiblemente año más productivo de la historia del Cine: El mago de Oz, Lo que el viento se llevó, Cumbres borrascosas, La diligencia… En efecto, ganar un Oscar ese año era todo un logro, logro que consiguió el film del que hablamos hoy…


Caballero sin espada (Mr. Smith Goes to Washington, 1939) ganó el Oscar a la mejor historia quizás por reflejar una situación que ha pasado a ser universal (tristemente) y que hace que podamos considerar este film como de máxima actualidad. Y digo de máxima actualidad porque la historia que narra puede atribuirse a cualquiera de los actuales parlamentos del mundo. En el film, el protagonista, James Stewart, es un joven político de pueblo que es elegido como senador para representar a los suyos, y acude al parlamento de Washington con grandes valores y honradez, lo que dificultará enormemente su integración en la capital.


En esta cinta, el maniqueísmo y buenrrollismo que siempre mostraba Frank Capra (véase ¡Qué bello es vivir!) encajan muy bien en la historia que quiere contar. Y qué mejor protagonista que Jimmy Stewart (interpretación épica en ese último discurso) para abanderar los valores más nobles, el cual está soberbio en la escena final en la que ha de aguantar estoicamente (no diremos el qué) para lograr su objetivo de defender a sus ciudadanos.


La imagen de Stewart en el parlamento, sudado, hecho polvo de tantas horas aguantando de pie se ha convertido en una imagen muy potente de la historia del cine. Incluso ha recibido diversos homenajes, como en el episodio de Los Simpson el que Homer ayuda a Mel Gibson a cambiar el final del remake protagonizado por el actor y ruedan un final lleno de sangre y acción en el que Mel acaba matando al propio presidente.

¡Qué disfrutéis del mejor cine clásico!


Tráiler


Sinopsis
El joven político Jefferson Smith (James Stewart) es elegido senador y acude por primera vez al parlamento de Washington. Su objetivo es construir en su localidad un parque en unos terrenos, el problema es que esos terrenos interesan a las altas esferas. Para quitárselo de en medio, los demás senadores podrán a la opinión pública en su contra, metiéndole una enorme presión para que abandone, pero él no quiere volver a su tierra derrotado y recurre al obstruccionismo (no explicaremos qué es esto, pues es la clave del film, pero resulta enormemente interesante que exista algo así en los parlamentos) para demostrar hasta la extenuación que es inocente.

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