Otra nueva película sobre drogas y familia que nadie ha pedido pero que sin embargo hay varias razones por las que te gustará quedarte a disfrutarla, 'Beautiful Boy' llega con un reparto con opciones a las próximas nominaciones a los Oscars y con un director, Felix Van Groeningen ('El círculo roto', 2012), de interesantes propuestas a una historia que no da mucho más de sí.
Amazon Studios dió el visto bueno a darle imagen y movimiento a uno de sus best sellers más preciados por sus lectores. La historia que cuenta el periodista David Sheff sobre y para "su precioso hijo" Nic llegaría a las manos de Felix Van Groeningen, director belga que conmovió a todo un país en 2012 con 'El círculo roto'. Con ayuda del escritor australiano Luke Davies ('Candy', 2006) consiguen hacer una buena cinta sustentada en las memorias de un padre esperanzado y un hijo sin frenos rumbo a la muerte.
Una de las primeras cosas de agradecer a los creadores de esta bonita historia es el ritmo que tiene de principio a fin. No hay espacio para momentos de pesadez incluso en un tema tan propenso a ello, solo recuerdo unos minutos que se hicieron largos al final de la cinta y eran los relacionados a la pasión amorosa de Nic con una chica. La película está montada de tal forma que parezcan pequeños momentos en el viaje del padre para "recuperar" a su hijo. Son casi como fotografías, apuntes en una hoja en blanco sobre la situación de Nic, que enlaza con los episodios trágicos de la peor de las adicciones en este mundo: la que te mata por dentro y destroza por fuera a los que te rodean.
Este padre, interpretado por un sobresaliente Steve Carell ('La batalla de los sexos', 2017), tiene una misión prácticamente imposible. Se habla de porcentajes y datos en la película, cifras que asustan sobre la poca probabilidad para salir de una adicción así, pero la paciencia y perseverancia de David ilusionan para seguir adelante, investigando y no decayendo. Sería cursi hablar del amor paternal sobre el hijo, nunca se llega a ver ese tono pastel en la película, pero sí hay una complicidad, esa confianza ciega que solo puede aparecer en un contexto familiar, y sobre todo en esta conexión tan especial que representan Carell y Chalamet. No sabría decir quién lo hace mejor en sus respectivos papeles pero sus gestos frente a la cámara se sienten muy reales.
Además de las actuaciones también brilla la parte técnica. Una banda sonora muy agradable, con una lista de canciones para apuntárselas y escucharlas de nuevo, y una fotografía más que correcta, donde se aprecian muchos detalles para los espectadores más hábiles, algunos de ellos brillantes como los contrastes entre la vida saludable y la contaminada que rodean al joven adicto (las escenas de Nic en la Universidad y los platos de verdura en la cena con su novia ). Hay momentos para la risa que, aunque se cuenten con los dedos de una mano, hacen que la película no caiga en una depresiva moralina sobre la esperanza. Como digo, hay un juego de confianza que entretienen en buena parte al público y lo llevan por un buen camino que se topa, sin embargo, con una parte final bastante repetitiva que (a duras penas) consigue remontar el vuelo en momentos decisivos.
En España se estrena el 1 de febrero de 2019.
Lo mejor: Timothée Chalamet en su mejor momento. Steve Carell sin soltar bromas sobre tu madre.
Lo peor: No evita que haya momentos de anuncio malo de la "DGT".
Tráiler:
Mejor que: 'Sin Límites' (2011), Bradley Cooper colocado, pero mal.
Peor que: 'Réquiem por un sueño' (2000), Aronofski ya te descolocaba más que el número Pi hace casi 20 años.
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