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jueves, 16 de abril de 2020

Crítica 'El reflejo de Sibyl' - Un drama no muy bien definido

'El reflejo de Sibyl' tiene muy buenas intenciones y algunas pretensiones pero un resultado difuso, sin llegar a pulir ninguno de sus objetivos. Dirigida por Justine Triet ('Victoria', 2016) y protagonizada por Virginie Efira ('Un hombre de altura', 2016) y Adèle Exarchopoulos ('La vida de Adèle', 2013) se presenta como un drama donde una psicóloga abandona su trabajo para centrarse en su pasión, la escritura. En el transcurso de los días se presentará una actriz que necesitará su ayuda y se verá inmersa en situaciones que le harán rebuscar en los fantasmas de su pasado. Pero, más allá de esta trama con pocas novedades, el film se queda navegando en un extraño océano entre el drama y la comedia que durante hora y media desencaja al espectador y no le deja entrar en la historia por completo.


Una de las partes más interesantes del film podríamos decir que es el trabajo de Exarchopoulos, quien, como ya nos ha demostrado en otras películas, es capaz de construir personajes totalmente creíbles y llevarlos a los límites que le exige el guión. La actriz nos regala llantos, tristezas profundas, indecisión, voces entrecortadas y demás demostraciones de su buen hacer. Trabajo diferente es el de Virginie Efira, quien tiene un gran parecido a Renée Zellweger en las películas de 'Bridget Jones', algo que no sienta bien al film, pues aquí es donde no se acaba de dibujar la línea del drama, dando paso a matices comédicos que descolocan y no aportan lo suficiente para complementar. 

Siendo Efira la actriz principal, queda totalmente eclipsada por su compañera, sin dejar claro cuales son sus intenciones de principio a fin. El diálogo es escaso, dando lugar a un trabajo a través de la expresión facial y de los planos de miradas intensas y expresiones planas. De todo esto se abusa hasta la saciedad, puesto que un 80% del trabajo es Efira luchando contra sus emociones y los fantasmas que la persiguen. Si bien esto forma la trama donde se centra todo el trabajo, es carente de interés y curiosidad por los espectadores.


Por otro lado, si nos centramos en el último tercio de la película, veremos, simple y llanamente, como todo el trabajo de intentar dotar de matices de seriedad y drama desaparecen de un plumazo. La entrada en escena de Sandra Hüller ('Toni Erdmann', 2016) destroza todo a su paso, como un virus, infectando a sus compañeras de pantalla y creando un conjunto satírico para nada positivo y totalmente descorazonador. 


Podríamos decir que estamos ante una película que se destroza a ella misma, se golpea con sus propios puños con intención de destrozar los pocos trazos de interés que crea a lo largo de los primeros minutos. Por desgracia, un film que podría ser un gran reflejo del feminismo actual, queda como un vacuo metraje prescindible.

Lo mejor: El gran trabajo de Adèle Exarchopoulos. Verla actuar a ella siempre es un placer.

Lo peor: La autodestrucción que tiene el propio film.

Valoración: 4/10



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