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martes, 7 de junio de 2016

'Lobo', el Principito que no supo volver a casa

"Si los lobos te ofrece tu amistad, no te confíes. Ellos no estarán a tu lado cuando te enfrentes a la muerte", con estas líneas introductorias comienza la larga travesía de Theeb por el desierto, un niño beduino que acompaña a su hermano Hussein para honrar la memoria de su padre.


El lobo es ese animal tan vulgar y, sin embargo, endemoniado a los ojos del humano. Tan paradójico por ser considerado una amenaza para la subsistencia de tantas personas, mientras que el perro doméstico, su hermano obediente y fiel, se convierte en el mejor amigo de las mismas fieras que lo condenan y persiguen. El lobo es la oveja negra de los caninos, es la misma oveja que no duda en matar cuando siente unas ganas tan innecesarias como irrefrenables.

Lobo es sinónimo de daño, de destrucción, y Theeb (Jacir Eid Al-Hwietat) es un lobo, como su padre, como su hermano Hussein (Hussein Salameh Al-Sweilhiyeen), como todos los hombres -y puedo utilizar el término sin crear polémicas puesto que la mujer, aunque capaz de proezas similares de destrucción y fratricidio, es apartada de este amargo poema- que se cruzan por el inhóspito y bello escenario mostrado.


Naji Abu Nowar realiza su debut cinematográfico con una humilde película de aventuras cocinada a fuego muy lento. El relajado paso de los dromedarios, que junto a las montañas, la arena y los lobos forman el casting de la película, marca el desarrollo de la acción: un niño que acompaña a su hermano mayor en la búsqueda de un pozo para que un oficial británico (Jack Fox) pueda continuar su labor enigmática en esa guerra que nos parece tan ajena y lejana.

El contexto político es complejo, pero el director supedita la historia del niño al conflicto de la Gran Guerra en este lugar alejado de la civilización. Para Nowar no es importante indicar las motivaciones de cada bando beligerante, ni mostrar la forma de vida de los beduinos, ni mucho menos clasificarlos en buenos y malos. Conocer  la Historia puede ayudar a atar pequeños cabos, pero es irrelevante para disfrutar de lo esencial.


Y lo esencial parece olvidado por los protagonistas, no conocemos el propósito claro de los protagonistas, ¿cuál es la misión de ese misterioso rubio que se niega a cantar a sus anfitriones?, ¿qué interés tiene Hussein en continuar la marcha si ya ha cumplido con su acometido? Todos parecen decididos, pero por falta de alternativas. Theeb sigue desesperadamente a su hermano porque es lo único que le queda, sus acciones carecen de decisión, parece un Principito que no supo volver a su planeta y ahora, quemado por un sol incesante, no puede sino vagar por un desierto que le ha hecho olvidadizo y desconfiado. Theeb es una persona grande: irracional e impulsivo, en el cuerpo de un niño de diez años.

La historia es atractiva porque es tremendamente convincente, ¿quien sería capaz de encontrar un sentido vital bajo un cielo tan blanco y extenuante, una sed permanente y un horizonte inalcanzable? Y sin embargo, ese desierto jordano, tan pocas veces visto en pantalla, atrapa e hipnotiza. No cuesta mucho esfuerzo transportarse desde la butaca a ese océano de arena, subirse a un dromedario y perderse junto a los personajes. Yo casi lo consigo, pero el cachondeo de ciertos asistentes descolocados ante el aplastante ritmo de la película se me contagió en ciertos momentos. No fui capaz de evadirme por completo. Tampoco ayuda la interpretación demasiado sobria de los actores, especialmente la de Jacir Eid Al-Hwietat, de la que se podría esperar algo más del sentimiento que le falta al filme.


Dirigida con acierto increíble, Nowar entrelaza primeros planos impactantes con panorámicas de la tierra yerma; el recurrente travelling de la cámara que persigue y muestra el mecedor movimiento de caderas de los rumiantes se encarga de amortiguar la cadencia de una película, ya de por sí muy lenta. La cámara imita a los propios dromedarios, que mastican una y otra vez su alimento para digerirlo mejor. Se agradece igualmente un guión dosificado, malacostumbrados al exceso de palabrería del cine actual.

No creo que erren los que afirman que esta película se convertirá en un clásico, posee todos los elementos: la perspectiva intemporal, la sutileza del punto de vista, un compás adecuado y una historia sin grandes pretensiones pero sincera e interesante. En su contra juega el hecho de que la producción sea jordana.


La guerra es la mayor expresión del odio, entre lobos o hombres, por eso el zorro huyó buscando otros amigos, la rosa se marchitó y la serpiente mudó de piel, para una vez más, engañar a las personas. Sólo el pozo sigue siendo un aliado, un refugio, en un lugar dónde las balas alcanzan a cualquiera y los colmillos terminan la faena. Incluso la caja que antes contenía un apacible corderito y que provoca en el protagonista una ilusionante reminiscencia, se ha convertido en dinamita.

'Theeb' está llamada a no perecer, porque trata temas inseparables a la especie humana: el odio cegador, el dolor que dejan los que se van, el camino absurdo de la vida, el miedo al extraño y la lucha contra las adversidades. Temas todos realzados en periodos de conflicto armado.

Lo mejor: La manera tan delicada con la que Nowar plasma sus intenciones, prodigioso director.
Lo peor: La actuación algo decepcionante del protagonista.

Valoración: 7'5/10

Javier Haya

Tráiler



Sinopsis


Arabia, 1916. Theeb -lobo en árabe- vive con su tribu beduina en un rincón olvidado del Imperio Otomano. Después de haber perdido recientemente a su padre, Hussein debe criar a su hermano Theeb. Sus vidas son interrumpidas con la llegada de un oficial del ejército británico y su guía en una misión misteriosa. Incapaz de negar su ayuda al británico por temor a deshonrar la reputación de su difunto padre, Hussein se compromete a acompañarles a su destino, un pozo de agua en la antigua ruta de peregrinación a La Meca. Temeroso de perder a su hermano, Theeb persigue a Hussein y se embarca en un peligroso viaje a través del desierto de Arabia que, desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, se ha convertido en el coto de caza de mercenarios otomanos, revolucionarios árabes y asaltantes beduinos marginados. 

2 comentarios:

  1. Sin duda otra interesante crítica de Javier Haya, me vuelve regalar esos pequeños detalles que se me escaparon al ver la película.

    Comparto enormemente esa facilidad de entrar en la atmósfera desértica de la película y personalmente me impresiono la belleza y sobretodo la paz que transmite el desierto. Remarco eso porque siempre me ha transmitido un sentimiento de agobio y desamparo por la falta de agua vaya. Es la muerte representada en un paisaje.
    Otro tema, los personajes. Como bien dice el critico la actuación del protagonista deja un poco que desear, me fastidio la película el encontrarle un parecido con Jaden Smith y no poder volverlo a mirar con inocencia. Otro aspecto que me saco de la pelicula fue que en varosmomentos los personajes se animan a entonar un canto tipico de esos lares creo yo, el problema viene cuando se lanzan a cantarlos, digamos que reflejan muy bien como debe ocurrir en la realidad (maldita sea que majos que parecían cantando).

    Ademas esta el personaje misterioso el señor ingles que a mi me gusto mucho, muy pintoresco que con su basta participación al argento y su bigote me dejo buen recuerdo.

    Por ultimo destacar una parte de la critica que me ha encantado:
    "La guerra es la mayor expresión del odio, entre lobos o hombres, por eso el zorro huyó buscando otros amigos, la rosa se marchitó y la serpiente mudó de piel, para una vez más, engañar a las personas. Sólo el pozo sigue siendo un aliado, un refugio, en un lugar dónde las balas alcanzan a cualquiera y los colmillos terminan la faena."

    Buenos días.

    Andy Curtis

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    Respuestas
    1. Muchas gracias una vez más Curtis,
      Me alegro que te haya gustado la película y que ambos hayamos sentido lo mismo ante la inmensidad vacía del desierto.
      En cuanto al parecido entre Theeb y el hijo del Príncipe de Bel-Air, no es casual su similitud, ambos pertenecen a la nobleza y por ellos corre sangre azul. Además, para mí Theeb es de todo menos inocente, se ha curtido y deshumanizado porque en ese paraje no le queda otra opción, claro que es menos chulo que Jaden.

      Un abrazo, Javier Haya.

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