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lunes, 12 de diciembre de 2016

Entrevista a Carlos Madrid, director de La Cabina

En 2008 se celebró la primera edición de La Cabina, el único festival internacional de cine en el mundo dedicado exclusivamente al mediometrajes. Carlos Madrid, su fundador y director, lleva casi una década reivindicando este formato de cine olvidado, películas de entre 30 y 60 minutos sin cabida entre los circuitos comerciales. Nueve ediciones han sido suficientes para consolidar el festival y convertirlo en una de las citas culturales más importantes de la ciudad de Valencia. El mediometraje ha demostrado poseer todas las virtudes del cine: su encanto, su emoción, su magia.

Pregunta: Sueles decir que La Cabina está creciendo poco a poco, ¿es realmente así? Este año habéis pasado de 6000 a más de 8000 espectadores.
Hemos crecido despacio hasta este año, la inauguración en el Palau de les Arts Reina Sofía ha sido un impulso importante, a raíz de ella mucha gente se acercó al festival y descubrió que esto del mediometraje no es nada raro.
Además del fantástico trabajo del equipo de comunicación y producción, cuyos resultados y logros se arrastran edición tras edición.
P: ¿Los medios de comunicación nacionales han contribuido al aumento del público y al crecimiento de La Cabina?
Los medios españoles se hacen bastante eco de La Cabina, pero no el suficiente. A nivel nacional únicamente ‘Dias de cine’ en la 2 de TVE y de manera más profunda ‘El séptimo vicio’ de Radio 3 han hecho una cobertura del festival.
 P: E internacionalmente, ¿qué prestigio crees que tiene La Cabina?
¡Uf! Es difícil saber nuestro impacto fuera de España. Sí que podemos decir que grandes festivales como el de Clermont o la Berlinale saben de nuestra existencia, y en las productoras de toda Europa somos conocidos. Aunque lo que más me alegra saber es que muchos de los directores que traemos confiesan con sinceridad conocer La Cabina antes de ser seleccionados, ya sea por su círculo de colegas de profesión o por otros artistas coetáneos de sus países de origen que han proyectado sus mediometrajes aquí.
P: Eso explica que la mayoría de los autores vengan a Valencia a presentar sus obras.
Sí. Ellos vienen encantados, y la mayoría se lo pasa muy bien. Además suele tratarse de gente joven, artistas de entre 30 y 40 años que están por primera vez en la ciudad. 
P: ¿No te entra el gusanillo de hacer cine al ver a tanta gente joven presentando con orgullo sus obras? ¿Nunca te has planteado participar con un mediometraje?
De vez en cuando participo en algún que otro rodaje; hace años escribí junto a un amigo un par de cortos que rodamos, pero dirigir cualquier película es mucha responsabilidad. Cuando descubrí en su día el mundo de la programación cultural decidí quedarme en él. Además, el festival está creciendo y cada vez me lleva más tiempo, ya sólo pienso en eso. Y obviamente, si participara no podría hacerlo en la Cabina.
    (Carlos Madrid)
P: ¿Con qué mediometraje de esta edición te quedas?
Supongo que con ‘Cariño’ de ­­­­Sebastian Schimdl. Ahora lo puedo decir, cuando me hacían esta pregunta durante el festival me negaba a contestar.
‘Cariño’ es un mediometraje que trata con gran sensibilidad el último fin de semana de una pareja que va a separarse, tiene el acierto de dar con situaciones paradójicas pero reales. También tiene un gran guión, de hecho ha ganado el Premio al Mejor Guión.
P: ‘The art of the deal’ fue uno de los mediometrajes que más dio que hablar durante el festival, se trata de una parodia de Donald Trump interpretada por Johnny Depp, ¿qué pensaste el día después de proyectarla cuando Trump ganó las elecciones americanas?
Somos afortunados de haber hecho el estreno mundial de esta película, pero deberían haberla proyectado con anterioridad en las salas americanas para que sus ciudadanos se diesen cuenta que clase de tipo han elegido como presidente. Las elecciones en Estados Unidos se suelen decidir por unos cientos de votos, ‘The art of the deal’ podría haber decantado la balanza hacia el otro lado. Aun así hay que darle sus cien días de confianza a Trump, su oportunidad, como a todos.
P: Y aquéllos que no hayamos aprovechado la oportunidad de disfrutar de todas las obras que nos hubiese gustado, ¿existe alguna forma de que podamos verlas?
Nosotros no tenemos la capacidad legal de mostrarlos más allá del festival o de las fiestas que organizamos con proyecciones. Podríamos hacerlo si comprásemos los derechos, pero eso le corresponde a otras entidades, lo nuestro es organizar el festival.
P: ¿De quién es la responsabilidad entonces? ¿Qué debería cambiar en España para que el mediometraje gozase de más repercusión como en otros países de Europa?
Lo primero que debería ocurrir es que los programadores de televisión -a los que invitamos todos los años- vengan al festival, y luego ya decidan si nuestros contenidos merecen o no la pena, entre ellos la futura Canal 9.
Las distribuidoras también podrían facilitarle la faena al programador empaquetando estos mediometrajes para su compra por parte de las televisiones. Los contenidos individuales no se compran de manera suelta sino en paquetes, más allá de países como en Francia donde la sensibilidad hacia el arte en general es mayor. Aquí, las sobremesas de TVE están plagadas de telefilms alemanes.
Pero esto, aunque chocante y triste, es natural, ¿qué podemos esperar de un país que no tiene un ministerio específico de cultura? Tampoco tenemos una conselleria dedicada exclusivamente a fomentar y preservar la cultura valenciana. Si hubiera una sola institución fuerte con presupuesto en España dedicada a la cultura, esta tendría una identidad propia importante. Pero para eso falta mucho.
P: Bueno, ¿y tenéis alguna sorpresa preparada para la X edición de La Cabina?
Sí puedo anunciar ya que haremos una exposición con los carteles de las diez ediciones, pero no hay nada más pensado. Ahora toca descansar.

Javier Haya

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