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viernes, 12 de julio de 2019

Crítica de 'Toy Story 4', una secuela (casi) perfecta

Pixar no se suma a la fiebre del live action de su propietario Disney. En su lugar, trabaja arduamente en nuevas y emocionantes ideas como 'Coco' o en pulir joyas de la casa tradicional. 'Toy Story 4' es una de las secuelas más inesperadas y brillantes del estudio de animación; una historia que ha pasado de generación en generación y que tiene la formula perfecta para tocar nuestro corazón.


Han pasado 9 años de aquella despedida en 'Toy Story 3' (2010). Considerado por la gran mayoría como "final redondo", Andy dejaba a sus amigos de algodón en una caja y se los dejaba a la pequeña Bonnie, y se marchaba a la universidad donde, quién sabe, experimentaría, tal vez, con otro tipo de juguetes. Cosas de adulto, ya sabéis.

Y es que la historia de estos juguetes, inevitablemente, derivó en un estudio sobre la madurez. La metáfora sobre la identidad de un juguete y la de un ser humano es una línea tan delgada que se disuelve en nuestros sentimientos, y las pericias que sufre Woody en su condición de objeto están llenas de aprendizaje vital y enseñanzas valiosas.



Y de la gran despedida de la que hablaba iniciamos 'Toy Story 4' con otro mazazo para nuestro vaquero de algodón favorito. La película no solo nos muestra otra crisis de identidad con Woody, quién tiene un eterno debate sobre la dependencia de juguete-niño, si no que la trama nos llevará por los cauces de la paternidad, la maternidad y, en general, de los lazos deshechos por una relación olvidada.

La entrada de Forky a escena es rara, incómoda y, sobre todo, ridículamente graciosa. En este juguete-basura residen, no obstante, los dos grandes temas que orbitarán durante toda la película: dependencia e identidad (¿pertenezco a un niño? ¿soy solo basura?). La obsesión de Woody por el penoso Forky nos hace ver lo ridículo (o no tan ridículo) que se ve el protagonista vaquero en su pensamiento existencialista, que encaja con una visión y tono de la película que me ha maravillado:  el reírse de uno mismo.


Ese "ya está Woody lanzándose de un coche en marcha otra vez", esa "voz interior" de Buzz o ese "¿y si atacamos a la vieja y fin de la misión?" fueron gracietas y recursos que en todo el público en la sala de cine (un 90% millennial) provocaron carcajadas sonoras. Y aún así la película te desvía por aspectos de mayor carga narrativa y visual, como es la tienda de antigüedades o la relación de Woody y Bo Peep, la muñeca lámpara convertida en toda una mujer liberal, sin miedos... y sin niño. 

Para lo primero, la siniestra sala de muñecos olvidados liderada por Gabby Gabby, me quedo con ésta última, una "villana" con corazón que sigue un poco la línea de antagonismo peculiar del oso de 'Toy Story 3'. Sin embargo, la ambientación tétrica de la guardería y el enigmático villano Lotso me parecieron mucho más escalofriantes y envolventes que la tienda de antigüedades, algo redundante y sin capacidad de sorprender tanto como lo hizo el  el oso amoroso rosa y su ejército.


'Toy Story 4' no es una secuela cualquiera como pudieran ser 'Monstruos University' (2013), 'Buscando a Dory' (2016) o las de 'Cars'. Ha sido una grata sorpresa para todos los que crecimos con esta idea sobre juguetes que interactuaban y tenían aventuras cuando nadie miraba. Otra obra maestra tanto en lo técnico, donde los detalles se mejoran más y más, como en lo narrativo, con un guion maravilloso.

Lo mejor: El sentido del humor, muy inteligente. Sigue haciéndonos reflexionar.

Lo peor: No tiene un clímax como el del incinerador de 'Toy Story 3'. 

Valoración: 9/10


Tráiler


Te gustará si viste: cualquiera de Pixar, seas grande o pequeño, te va a gustar.

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