Es uno de los directores del momento. Ari Aster, quien ya sorprendió el año pasado con 'Hereditary', está a un paso de coronarse como soberano del terror. Ahora, con 'Midsommar', se confirma su modus operandi desagradable, incómodo y quién sabe si pro millennial, juzgado con la lupa de quienes creen que no merece tal reconocimiento.
Acostumbrados al terror de penumbra, a los sustos por la retaguardia y a los objetos con vida, es bastante comprensible que 'Midsommar' te cause un sentimiento contradictorio a lo que acostumbras a ver en la etiqueta "terror". Pero ¿qué podrías esperar de alguien que hizo 'Hereditary' y se lavó las manos como si nada? Para Ari Aster el terror no es el miedo a la noche y a sus silencios, ni siquiera a lo desconocido, como afirman King o Lovecraft, es la intriga y la perversión lo que eleva ese horror por encima de todo lo que consideramos terror convencional.
Es diferente, y eso puede ser víctima del rechazo, pero el tono y las intenciones del director son más claras que nunca. Un grupo de amigos viajan a Suecia para celebrar el solsticio de verano junto a una comuna con tradiciones ancestrales. El descubrimiento de estos extraños rituales y la intriga por saber quiénes son estos hippies y de qué son capaces marcan el tensiómetro durante toda la película. El drama familiar y la quebrada situación de la pareja protagonista definen un pretexto del que Ari Aster acostumbra regodearse para dar un sentido a la historia que, a veces, peca de orgullosa.
No voy a negar que 'Hereditary' (2018) y 'Midsommar' tienen personalidad y deslumbran en la puesta en escena, además de ratificarlo con una fotografía y unos tiros de cámara impactantes, pero también es verdad que el joven director estadounidense abusa de elementos pretenciosos en su primera parte. Por momentos se hace muy pesada hasta llegar a un clímax final del que apenas hemos tenido giros interesantes del que puedan gravitar nuestro aguante e interés.
Solamente una magnífica Florence Pugh ('Lady Macbeth', 2016) atrae las miradas y las ilusiones de un público que ha sufrido con ella desde el prólogo. En los personajes reside además otro de los ingredientes más exquisitos de este brebaje alucinógeno y avinagrado, y es que 'Midsommar' sorprende también por su sentido del humor (negro, por supuesto), algo de lo que carecía 'Hereditary'.
Sin embargo el folk horror de Ari Aster apuesta por lo presuntuoso, el suspense y lo incómodo, dejando atrás el slasher y el jumpscare, y esto confirma que el género de terror sigue en alza y en constante evolución (inspirados, eso sí, en grandes clásicos como 'Häxan', de 1922 o 'El hombre de mimbre' de 1973).
Lo mejor: El sufrimiento de la protagonista es una locura de ver. Increíble Florence Pugh.
Lo peor: Una historia que vuelve a pecar de pretenciosa, como ya lo hizo 'Hereditary'.
Valoración: 7/10
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