Recientemente dijo el creador de 'Black Mirror' que la sociedad actual no está preparada para una nueva temporada de la serie. En cierto modo, añado yo, ya vivimos en un presente difícil, tan surrealista a veces como las que se pintan en esos futuros distópicos. 'Vivarium', la segunda película del director Lorcan Finnegan, demuestra que hay un temor peor que el que se tiene a las máquinas: el temor al sentido de la vida.
Dos jóvenes enamorados se adentran en una urbanización para visitar una casa en alquiler. Todo es demasiado normal, tanto como para que te parezca muy extraña esa normalidad. Claro, estamos entrando en "esa zona", ese tipo de lugar siniestro que tenemos interiorizados desde 'The Twilight Zone' y que continuamos aprendiendo a día de hoy con, por ejemplo, el cine simbólico de Yorgos Lanthimos ('Langosta', 2015).
A la genial estética plástica del cielo de nubes idénticas o el nulo sentido del humor y del estar del agente de ventas lo contraponen una genial y sobria actuación de los protagonistas. Imogen Poots ('Green Room', 2015) y Jesse Eisenberg ('El doble', 2013) se mueven por esta puesta en escena tan intrigante y terrorífica como lo haríamos todos. A favor para ellos el que nosotros estemos en una situación de confinamiento no muy distinta, pues quién en estos días no ha debatido consigo mismo por culpa de estas restricciones tan extremas como, por ejemplo, la más sencilla y, a la vez, la más complicada de todas: quedarse en casa.
La película, después de una media hora genial, empieza a moverse por un terreno pantanoso, ese en el que vas atravesando los límites de "la buena idea para un cortometraje"o "el estiramiento de la metáfora en lo ridículo que es el sueño americano". Sin embargo, 'Vivarium' consigue flotar en ese punto de gracia inicial y llega a la linea de meta en un final sensacional que intenta cerrar el círculo de la mejor manera posible.
Si es un capítulo largo de las nuevas antologías perturbadas es un buen capítulo. Un guion sin fallas y con talento que, además, se permite el lujo de hacer locuras sin que desentone la cinta entera; una actriz, Imogen Poots, perfecta en la tragicomedia absurda, tiene mucho recorrido por delante. Una película que se disfruta porque se sufre desde casa.
Lo peor: Un nudo donde aparecen temas huecos y puede hacerla aburrida.
Valoración final: 7/10
Nicolás de Benito
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