Con apenas una cámara en el salpicadero de un taxi, Jafar Panahi vuelve a desobedecer la injusta prohibición de hacer cine que el gobierno iraní le impuso en 2010, y a modo de falso documental retrata una muestra de la capital de su país, una sociedad compleja, en la que las libertades individuales se ven limitadas a diario y los derechos humanos no tienen por costumbre cumplirse.
El destacado cineasta de la nueva ola iraní no gusta a las autoridades de su país, su cine ha sido perseguido y también él, que llegó a estar tres meses en prisión en 2010 por actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el estado, causas nada justificadas. De hecho, está condenado desde entonces a la inhabilitación durante 20 años de hacer cine, conceder entrevistas a los medios y viajar al extranjero. Trabaja por tanto desde la clandestinidad, y esta es, tras 'Esto no es una película' (2011) y 'Closed courtain' (2013), su tercera película esquivando la censura, tras otros grandes títulos como 'Offside' (2006) o 'El globo blanco' (1995) que le otorgaron fama mundial.
La idea primigenia de Panahi era la de filmar a sus clientes pidiendo permiso antes de apretar el botón de grabar; sin embargo, los iraníes conocen al cineasta y temen las posibles represalias de aparecer en una película proscrita, así que finalmente Panahi contó con la participación de amigos y familiares que hacen la función de actores/clientes junto al propio director, al volante del taxi mientras maneja la cámara. Todo un acierto, ya que no sabemos cuánta parte de la película está guionizada y cuánta no, pero la planificación previa permite un mayor dinamismo a la película. Eso sí, no podemos saber el nombre de todos los personajes que se suben al taxi, ya que las condiciones en las que se rueda la película no permiten la inclusión de títulos de créditos.
La trama de la película es sencilla: Panahi, que aparece siempre en primer plano al volante del taxi, lleva a todo aquel que necesite desplazarse por la capital iraní, y los viajantes interactúan entre sí. Mientras se recorren las calles de Teherán se conversa de religión, de política, de ética, de costumbres sociales y, por supuesto, también de cine. Las personas que se suben al coche son de lo más variopintas, un contrabandista de películas y series extranjeras, una maestra, un ladrón confeso, un hombre gravemente herido y su desconsolada mujer, dos señoras que necesitan hacer un trámite con urgente premura, y principalmente, la sobrina del propio director y la activista pro derechos humanos y abogada Nasrín Sotudé.
A pesar de la sencillez de la forma, ya que no hay que olvidar que la película está filmada íntegramente en un coche, el dinamismo de los diálogos y la disparidad de situaciones vividas en el taxi hacen de la película un entretenimiento inteligente que no aburre al espectador. Las situaciones cómicas se mezcla con el dramatismo y con una crítica social siempre presente, si bien se ve acentuada hacia el final, con la conversación que mantiene con Hana Saeidi (la sobrina) sobre la situación del cine en Irán, donde se permite y se quiere que se muestre lo 'real' (es decir, aquello que ayuda a perpetuar el poder y es benevolente con las autoridades) pero se censura lo 'real, real', que muestra las cosas tal y como son, posiblemente la esencia del cine neorrealista de Pahani. Esta realidad es sórdida según la profesora de la niña de unos 10 años de edad, que no acaba de entender del todo las diferencias de los dos estilos y que el director trata de explicarle. Fue la misma Hana la que se encargó de recoger el Oso de Oro al mejor largometraje en el Festival de Berlín del año pasado, como consecuencia de la prohibición que impide a su tío salir del país. Con Sotudé el tema de debate se centra en lo meramente político, se habla sobre una presa política que representa la abogada (la condición de la mujer en el país islámico es un asunto que concierne a Pahani y que trata en varias de sus películas) y también se hace mención a la experiencia vivida por ambos con la represión (los dos han pasado por la cárcel debido a su ideología y su importancia como líderes de opinión, que los convierte en personas peligrosas para el régimen iraní).
De esta forma, calmado en todo momento e incluso sonriente de manera ocasional, Jafar Pahani vuelve a hacer gala de su maestría en la dirección, compaginando sátira, drama, discurso político y belleza discursiva, y firmando una obra que gustará a todo aficionado al cine alternativo e inteligente.
Lo mejor: Las escenas que comparten el director y su sobrina.
Lo peor: Las condiciones a las que se ve obligado a trabajar Panahi.
Valoración: 4 de 5
Sinopsis:
Un taxi recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán. Pasajeros muy diversos entran en el taxi y expresan abiertamente su opinión mientras son entrevistados por el conductor que no es otro que el director del film, Jafar Panahi. Su cámara, colocada en el salpicadero del vehículo, captura el espíritu de la sociedad iraní a través de este viaje.
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