Es bastante común que cuando Quentin Tarantino fija una fecha de estreno para su próximo filme, una legión de fans espere ansiosa la llegada de ese momento, pues a día de hoy es uno de los directores más venerados y también polémicos del vasto conglomerado hollywoodiense. Y polémico, sí, porque se trata de uno de los autores que dan a luz obras controvertidas, poseyendo una de las filmografías más comentadas y estudiadas de los últimos tiempos. Como suele decirse, o lo amas o lo odias, y su octava película, como es costumbre, no ha dejado indiferente a nadie.
Todo esto ya ocurrió con ‘Malditos Bastardos’ (2009) y ‘Djando Desencadenado’ (2012), y en diciembre volvió a las andadas con ‘Los Odiosos Ocho’ (2015), su segundo western y no el último, pues Tarantino ya confirmó que quería ser considerado, entre otras cosas, como un director de western. Y según él, y tomando a los grandes del género como referencia, para ello es necesario dirigir al menos tres filmes de esta temática, así que los que sean fans del viejo y salvaje Oeste pueden respirar tranquilos sabiendo que volverá a situarse tras las cámaras para ofrecernos, como mínimo, una tercera oda a la era del revólver y la pólvora.
Para la cinta que nos ocupa, que, todo hay que decirlo, ha dejado a muchos espectadores con un mal sabor de boca tras el visionado, el director ha creado una mezcolanza que en cierta manera funciona como reminiscencia a sus orígenes. Al salir de la sala tuve la sensación de que había visto una combinación –en el buen sentido– de ‘Django Desencadenado’ y su mítica ‘Reservoir Dogs’ (1992), cuyo resultado fue una comedia negra hilarante y disparatada.
La forma y estructura que escogió para contar esta historia ha sido uno de los puntos de crítica por excelencia, pues es arriesgada y peligrosa; algo que puede encumbrarte como escritor y realizador o hacer que tu obra se hunda bajo su propio peso: emplear solo un par de localizaciones y casi exclusivamente servirte del diálogo para sostener la trama. Todo aquel que haya estudiado realización cinematográfica sabe que un ejercicio común es escribir una secuencia –y dirigirla posteriormente– utilizando un solo escenario y dos personajes, lo cual limita muchísimo las posibilidades, y ahí radica la gracia del ejercicio. Que sí, que Tarantino se ha servido de más escenarios –quizá uno más– y de un buen número de personajes, pero su obra se aleja de los cuatro o cinco minutos habituales en este ejercicio, ya que sobrepasa los 180 (más de 3h) en su versión íntegra; y personalmente opino que lo resuelve con enorme maestría. Hay quienes dicen que es lenta, larga –esto sí–, y muy aburrida, que solo hay cháchara y apenas acción. Yo opino que, a pesar de su extenso metraje, el ritmo se mantiene, no aburre en absoluto y los diálogos son simplemente magistrales, encadenando una situación desternillante, loca y por momentos absurda tras otra, renunciando a la acción y centrándose en la capacidad interpretativa de los actores para parir unos monólogos y unas confrontaciones que son ya clásicas en el controvertido director.
Es una de las maneras del hacer cinematográfico: dejar que el diálogo sustente casi la totalidad de la trama. Hace poco, con ‘El Renacido’ (2016), veíamos el opuesto: poquísimos diálogos y un argumento cuyos pilares son la acción, la interpretación del protagonista valiéndose de sus gestos y sus miradas, y una tremenda fotografía, dando un potentísimo resultado. En mi opinión, si se hace adecuadamente, ambas propuestas totalmente contrarias son igualmente válidas para llevar a buen puerto a un filme que marque la diferencia.
‘Los Odiosos Ocho’, cómo no, no quedó exenta de polémica en la reciente gala de los Oscars, pues siendo una cinta de Tarantino, un director al parecer maldito en Hollywood, apenas cosechó nominaciones, y tan solo se alzó con una estatuilla. Fue nominada a Mejor Fotografía, casi segura por haber sido rodada, en palabras de su director, en el “glorioso formato Ultra Panavision 70mm”, pues si no me temo que no hubiera ni olido la nominación. También fue nominada Jennifer Jason Leigh a Mejor Actriz de Reparto, premio que hubiera podido ganar perfectamente por su inusual interpretación, y la tercera se la llevó el legendario Ennio Morricone por componer la banda sonora, y ganó el Oscar por ello; que ya le tocaba, pues a sus 87 años ha sido el primero –salvando el honorífico del 2006– tras haber trabajado en más de 100 películas, muchas de ellas obras maestras del cine, y haber acumulado tan solo 6 nominaciones, frente a las 51 de John Williams y sus 5 Oscars; una diferencia un tanto vergonzosa.
La gala tuvo como tema central la polémica y supuesta discriminación racial sufrida por muchos actores y actrices. Samuel L. Jackson debería haber estado nominado por su bestial interpretación, y habría sido un digno candidato para llevarse el Oscar, aunque nadie que conozca el oscuro mundillo de Hollywood puede quejarse por ello, pues como veníamos diciendo, no se trata de lo magistral de la interpretación, sino de que es una película de Quentin Tarantino, y ya por ello es muy difícil que uno se lleve una nominación a Mejor Actor –véase Jamie Foxx en ‘Django Desencadenado’.
Y en cuanto al argumento, más allá de las sinopsis disponibles y sin entrar en spoilers, diremos que la intriga se mantiene durante todo el filme, al servicio de la comedia negra, que es el género que más sobresale en este batiburrillo. Mención especial, eso sí, al final de la película, donde todo lo visto hasta el momento se potenciará enormemente, y podremos disfrutar de algunas de las escenas más bizarras vistas últimamente. Y el reparto, el maravilloso reparto, no hace sino ensalzar el guión, pues tanto los ya mencionados como Kurt Russell, Tim Roth encarnando a un personaje muy similar en carácter al del gran Christoph Waltz en la anterior película de Tarantino, o Michael Madsen, hacen que todo cuanto ocurre en esa única habitación sea todo un acierto. No olvidemos tampoco a Channig Tatum, quien últimamente se deja caer en las producciones de los grandes directores, y que realiza una aparición que será difícil olvidar.
A pesar de todas las polémicas, la película es grandiosa, como el formato cinematográfico empleado para rodarla, y logra encadenar sorpresas, risas y frases totalmente jocosas durante sus 3 horas de duración, manteniéndonos atentos a la panorámica visión de todo lo que transcurre en esa caseta en medio de la nada helada con sus personajes de personalidades e ideologías opuestas. Es la octava película de Tarantino, una empapada completamente de su esencia y su firma. Puede que desagrade a muchos, pero gustará a los fans acostumbrados a su peculiar manera de hacer cine, una que lo ha destacado desde hace años y que ha convertido su nombre en toda una marca impregnada de su estilo único e inconfundible.
Lo mejor: el guión, las interpretaciones y la muy palpable firma de Tarantino.
Lo peor: puede resultar larga, y los que no sean fans del cine del director, puede que no le encuentren la gracia.
Valoración: 8'5 / 10
Salva Alberola
Trailer:
Sinopsis:
Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos: el mexicano Bob (Demian Bichir), Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, los ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo.
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