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sábado, 24 de septiembre de 2016

'Café Society', no quiero pertenecer a un club que tengo como socio a un Woody chocho

Cada septiembre vuelve la vuelta al cole, la depresión postvacacional, los agobios rutinarios y el resurgimiento de las carteleras de cine tras los taquillazos veraniegos y las cintas, algunas de ellas incluso buenas, olvidadas por los cinéfilos ocupados en otros menesteres (casi siempre menos importantes).

Y cada año vuelve, sin excepción desde hace más de 40 años, Woody Allen a estrenar su película. Y cada año, miles de sus antiguos pretendientes, aquéllos que nos enamoramos de Diane Keaton en 'Annie Hall' (1977), que nos sentimos identificados con la cobardía de Boris Grushenko o nos obsesionamos con los dilemas morales de 'Delitos y faltas' (1989). Pero Allen ya no es el de antes, ha perdido el punch, la mayor parte de su gracia, la capacidad para encantar al público con su inconfundible sello humorístico, con sus amoríos imposibles, con su filosofía existencialista judía. Y eso es así, aunque Pérez-Reverte diga que 'Café Society' le ha reconciliado con el neoyorquino o Boyero afirme que sea de las películas más bonitas del cineasta.

El problema es esa tendencia tan humana de tropezar cien veces con la misma china, ves 'Magia a la luz de la luna' (2014) y sales de la sala diciendo "Nunca más", y pasa un año y te vas a ver 'Irrational man' (2015) y sales pensando "Nunca más", pero sabiendo que el déjà vu se repetirá doce meses después. Sucede siempre con los hábitos y los asuntos de culto (la misa del domingo, las borracheras de los viernes y las llamadas a esa mujer), y Woody Allen tiene el curioso mérito de pertenecer a los dos grupos. Pero ya que viene al caso parafrasearé la paráfrasis de Allen Groucho Marx: "No quiero pertenecer a un club que tenga como socio a un Woody chocho".

Y lamento ser tan corrosivo, 'Café Society' no me ha parecido tan floja como sus anteriores dos cintas ('Magia a la luz de la luna' es oscurantismo soso y vacío, difícil de superar), pero no coincido con la crítica, no he visto una comedia romántica patética y encantadora, sino mas bien lánguida y contradictoria.

La agilidad y la gracia del inicio comienza a disiparse a partir de la media hora, cuando la ñoñería de Bobby (Jesse Eisenberg) te empalaga en la butaca e impide que consigas una postura cómoda. No soy capaz de sentir pena ni por él ni por su tío Phil (Steve Carrel), el primero por sensiblero y plasta, el segundo por ser un personaje mal configurado: Carrel parece que siga estando en la piel del estúpido arrogante Michael Scott, más que en la de un productor de cine atento y audaz. Sólo siento lástima por Vonnie, Kristen Stewart no es sólo la que mejor actúa del triángulo amoroso, sino que además a su corazón le toca escoger entre dos mequetrefes.

Pero el humor marca Allen que vuelve a sus películas tras varios años muy camuflado, se disipa cuando se abandona Nueva York (prueba fehaciente de que no hay mayor musa para el director que su patria chica), en Hollywood todo resulta artificial y tópico, a pesar de que la ambientación es magnífica. El argumento, repetitivo y previsible, crece exponencialmente en aburrimiento cada vez que Allen abre la boca en forma de ese narrador tan machacón e impertinente. Al final las lágrimas, más que de oro como deja suponer la portada, son de tanto bostezar por la sucesión de imágenes (aunque con cierto encanto) soporíferas que se proyectan en pantalla.

La cursilería que Boyero confunde con belleza decepciona profundamente en el espectador que ve en Allen un genio capaz de hacer milagros: hacerte olvidar un mal día con 'La maldición del escorpión de Jade' (2001) o cualquier otra de sus grandes comedias, noquearte los principios con 'Match Point' (2005), tenía la capacidad de crear emociones, de divertir solo en el peor de los casos, y da rabia, porque ni siquiera hace tanto de 'Si la cosa funciona' (2009). Pero con 'Café Society'  de que Woody Allen se apaga, cae en lugares comunes a los que no dota de nuevos planteamientos, la mayor parte del guión es simplón y mediocre.

La subtrama de Ben (Corey Stoll) y la familia de Bobby oxigena la película, pero la organización mafiosa del hermano del prota es tratada con un tono demasiado diferente a la seriedad de los amoríos no correspondidos de Robert y Phil, la solemnidad nostálgica que Allen intenta imprimir en su última obra. Y sí, te saca alguna sonrisa, pero suena forzado, sacado de lugar, e incluso también termina por ser repetitivo y simple.

Si son incondicionales de Woody Allen (uno de esos millones que le ríen todas las gracias), 'Café Society' es otra de sus obras insustanciales sobre la complejidad del amor, el recelo al mundo de Hollywood, la nostalgia de décadas más sofisticadas, la familia judía y las asociaciones de gángsters con cuya retórica podrán incluso conmoverse. Si no es el caso, que el nombre no les asuste, vayan al cine a ver otra cosa. Que ya iré yo el otoño siguiente a ver su próxima película.


Lo mejor: La ambientación y la música.
Lo peor: El Woody Allen narrador.

Puntuación: 4/10

Javier Haya

Tráiler



Sinopsis
Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. 

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