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martes, 27 de septiembre de 2016

'Pajaritos y pajarracos', las viejas aves residentes

Entre la comedia surrealista y el panfleto ideológico planea 'Pajaritos y pajarracos', obra de esa ave enorme, descomunal (aunque no se dejen engañar por su tamaño, que al final resultó ser presa en lugar de depredador) que es Pier Paolo Passolini. Escritor y cineasta convertido en mito por su trágica muerte, por su pensamiento crítico, por sus polémicos escritos y sus curiosos experimentos fílmicos.

Aprovecho, antes de entrar en materia, para recomendar a aquellos que me lean que visiten la Filmoteca de Valencia (en el edificio Rialto de la Plaza del Ayuntamiento), donde los meses de septiembre y octubre, se proyecta (entre otras ofertas) un ciclo dedicado a las extrañas parejas del séptimo arte, ciclo repleto de interesantes títulos. Vayan, almas benevolentes, al cine, que siempre es una experiencia interesante.
Con unos créditos iniciales realmente sorprendentes (me río yo de los de 'True Detective'), a plano fijo y musicados por el eterno Ennio Morricone, comienza el camino de los dos protagonistas: el “absurdo, humano, loco y tierno” Totò y el el listo e inocente” Ninetto Davoli. Para cuando el camino empieza, eso sí, el viaje ya ha terminado. Muestra por tanto Pasolini, desde el principio de la obra, su reniego a una vida que impide el progreso, llenando su guión de sinsentidos y 'sindioses'.
"Para cuando el camino empieza..." yo me quedo rezagado, me fatiga tanto disparate y tengo que parar a coger aire, me cuesta entrar en la película, entender a dos personajes tan excéntricos. Tengo los pies empapados, a Valencia le ha entrado la pena súbita y llora mucho y muy fuerte tras varios meses con el lagrimal seco, el proyeccionista debe de andar también pensando en la lluvia porque ha tardado un cuarto de hora en darse cuenta de que nos estamos perdiendo la mitad de los subtítulos, bueno en realidad tres cuartos de los diálogos, porque el traductor terminó la tarea pronto. Para colmo, tengo a dos señoritas sentadas a mi izquierda que no han aprendido los modales que requieren la proyección de una obra fílmica.
Poco a poco, conforme me voy sintiendo más seco y a gusto, voy entrando en la película, repleta de simbolismos y alegorías en ocasiones muy claras pero en otras retorcidas, cuyo entendimiento requiere de plena atención por parte del espectador. La aparición estelar del cuervo (Francesco Leonetti) inicia un nuevo relato incrustado dentro de la historia principal, en el que Pasolini aprovecha por introducir sus inquietudes católicas, aunque eso sí, enseña como la bienintencionada fe de los hermanos Ciccilo y Ninetto (interpretados por los mismos Totò y Davoli) no puede responder ante necesidades materiales de primer orden.

La introducción de un cuervo que habla (amén de otros pájaros que se comunican con los dos bufones), la vulgaridad de los protoganistas, los páramos que sirven de escenario ¿con Estambul de fondo?, los disparates, los chistes fáciles y los chascarrillos originales, la ausencia de trama, el predominio absoluto del diálogo, por supuesto, el alto nivel de simbolismo y abstracción, etc. Hacen de 'Pajaritos y pajarracos' el primer alejamiento radical de Pasolini respecto del Neorrealismo. Ahora los problemas sociales y las preocupaciones humanas ya no son tratadas con sobriedad y severidad, sino más bien con tono cómico, absurdo si se prefiere. Ya no es el Pasolini de 'Accattone' (1961), ni de 'El evangelio según San Mateo' (1964). Los dos protagonistas, más bien gente corriente y ordinaria como eran Antonio y Bruno en 'Ladrón de bicicletas' (1948), pero en lugardel aura noble y trágica que tienen los personajes de De Sicca, Totò y Ninetto son dos bufones que desesperan más que entretienen al espectador. Lo único en lo que se asemeja la película al estilo neorrealista es el predominio tan vasto del gris, la ausencia de contraste en la fotografía.
Escribía José Luis Garcia Sánchez en cierta ocasión que la comedia española no era ciertamente comedia, no al menos ciñéndonos a la definición de los diccionarios, en el de María Moliner se explica como: "obra de asunto ligero y desenlace feliz", a la comedia se le presupone cierto buen gusto, liviandad y ambabilidad, pero en España desde Cervantes a 'Luces de Bohemia' (que se clasifica de comedia paradójicamente) han predominado "las obras de asunto importante y desenlace terrible". Y comenta que sólo hay otra cinematografía con parecidas características: la italiana. Llena de transgresiones morales, de desastres personales, de personajes tullidos y harapientos.

Si se piensa en las comedias españolas más conocidas: todo Berlanga, con el paradigma de 'Plácido' (1961), las primeras obras de Álex de la Iglesia o el propio Almodóvar hay que darle toda la razón a García Sánchez. Si se piensa en 'Pajaritos y pajarracos', también. Sólo pensar que hay un negro llamado Hannibal Vegetariano, o que pretende hacer broma de una pobre familia hambrienta ya son pruebas suficientes. El final es más terrible que ninguno porque termina tal y como ha empezado: "¿A dónde se dirige la humanidad? ¡Bah!", la historia da vueltas en círculo, todos los errores se repiten.
Pero es que además la perorata marxista del cuervo es agotadora (y se pretende que sus intervenciones resulten graciosas), las conversaciones incoherentes de padre e hijo, las situaciones absurdas... todo parece tratado como mofa y sin embargo toca asuntos muy serios, desde la religión hasta la muerte. Y sin embargo otra vez, muchas veces la historia da lugar a situaciones muy divertidas, otras tantas incluso hasta dan ganas de reírse a gusto. Aún así, se mezcla en un guirigay junto a las intenciones políticas y las creencias metafísicas de un Pier Paolo que llegó a confesar que se había excedido con los asuntos ideológicos.

Indudablemente hace falta más de un visionado para entender toda la simbología, los juegos con el lenguaje, el significado oculto de las palabras y las imágenes. Pero sólo es necesario una para darse cuenta de que 'Pajaritos y pajarracos' es una rareza, desde los créditos iniciales, a la chaqueta noventera de Ninetto pasando por los movimientos gráciles de un cuervo que a saber como se haría en 1966 (quizás estuviese amaestrado de verdad, no he encontrado nada que me lo aclare). Una película con anacronismos y, todo sea dicho de paso, que bien merece una restauración, por lo menos la copia que tiene la Filmoteca de Valencia.
'Pajaritos y pajarracos' no es un mirlo blanco dentro de la historia del cine, tampoco son los gorriones y los halcones de la película: no vuela muy lejos ni demasiado alto, pero sorprende verlo. Es más bien un urogallo, una agradable rareza, con excesos y con aciertos. Es Pasolini.

Lo mejor: Los créditos iniciales son un eclipse de luna, aunque el cuervo también mola mucho.
Lo peor: La demasiada carga política y la crítica social mal planteada.

Valoración: 6/10

Javier Haya

Tráiler


Y OS DEJO, CÓMO NO, LOS CRÉDITOS INICIALES



Sinopsis
Un hombre mayor y su hijo deambulan por campos y caminos, donde tendrán insólitos encuentros; entre otros se les aparece un cuervo que habla, y también San Francisco de Asís, que les manda predicar a halcones y gorriones.

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