Este es sin duda el gran acontecimiento de la temporada, la película que ha arrasado en el inicio del año como pocas veces se ve; una perfecta prueba de, cuando la cinta es buena y la campaña publicitaria es apropiada, el enorme potencial que puede llegar a cobrar el boca a boca. La nueva obra del director de 'Whiplash' (2014), Damien Chazelle, 'La la land', empezó a ganar notoriedad cuando surgieron los primeros trailers y avances. Aquello de la mezcla de géneros, incluyendo de forma protagonista el de musical, cosa que no suele verse muy a menudo, sirvió como chispa para lo que después, al salir las primeras críticas profesionales, se convirtió en un vasto incendio que terminó alcanzando a todo el mundo.
Arrasó en los globos de oro, lo cual sirvió también como potente elemento publicitario, y la prácticamente totalidad de críticas positivas hizo el resto. El público, como los profesionales, ha quedado más que encantado; gente a la que no le gustan ni las películas románticas ni los musicales (lo cual sitúa a uno de entrada en contra del largometraje que va a visionar, pues esencialmente son esos dos géneros entremezclados), salía de la sala diciendo que acababa de ver una obra maestra; insólito.
Así es, el filme de Chazelle ganó los 7 globos de oro a los que estaba nominado y ha arrasado en todos los sentidos. 'La la land' es, sin duda, una historia de Hollywood. El director combina con gran acierto una trama actual con un estilo que nos transporta directamente a la edad dorada del cine norteamericano en muchos sentidos: en lo que narra de por sí, en cómo está narrado, en la estética, el vestuario, la música... En muchas ocasiones el espectador cree estar visionando una historia ambientada en los años cincuenta y de pronto vemos un mercedes último modelo, o un teléfono móvil que nos saca de esa ilusión y nos recuerda que, como la propia película, la historia es contemporánea. Este es claramente uno de los grandes aciertos del filme, un enorme trabajo de planificación que, junto al de la realización, son las mayores bazas de la película.
La historia es más bien sencilla y clásica: los dos protagonistas, Sebastian y Mia, encarnados por Ryan Gosling y Emma Stone respectivamente, persiguen sueños de grandeza y se cruzan en el también clásico atasco en las autopistas de Los Ángeles, en el mismo arranque del filme, lo cual aprovecha Chazelle para darnos de entrada un número musical que será de los más elaborados del largometraje. Toda una pirotecnia de movimientos de cámara, de ritmo, de música, baile y actuaciones que nos dará una idea de lo que vamos a visionar a continuación. Cierto es que pueda confundir prematuramente, pues se puede tender a pensar que la musicalidad ocupará la mayor parte del metraje; por suerte o por desgracia, aunque en este caso me decanto por la primera, el transcurso de la película nos ofrecerá más escenas dialogadas que cantadas, no ocupando el fuerte tinte de género musical que impregna la película la mayor parte de la historia. Las actuaciones a las que asistiremos están contadas, pero muy bien insertadas en la evolución de la trama y de una espectacularidad que robará protagonismo al resto de elementos que la conforman.
Se ha hablado bastante de los planos secuencia, pedazos de metraje que destacan por su complejidad y dificilísma ejecución. Algo que está más de moda desde que Pizzolatto y Cary Fukunaga nos regalaran aquel plano magistral repleto de acción, movimiento y oscuridad aproximadamente en la mitad de 'True Detective' (2014), y desde que poco después Iñárritu lo aprovechara al máximo para rodar su 'Birdman' (2014) enteramente con planos secuencia (uno en teoría, que obviamente se divide de forma disimulada en unos cuantos más). Chazelle emplea este valioso y llamativo recurso para ponerlo al servicio de su obra, creando un movimiento y un ritmo que son valiosísimos recursos a la hora de presentarnos sus musicales. Sin duda, la realización, junto con las actuaciones y la música, son de largo las mayores bazas de 'La la land'. De fondo tenemos el guión, esa clásica historia de Hollywood, como comentábamos, en la que los protagonistas están en la idílica y ardua Los Ángeles para perseguir sus sueños. Sebastian, por una parte, tratará sin descanso de revitalizar y resucitar el decadente jazz, un género musical que sus contemporáneos parecen no comprender ni valorar. Ganándose la vida como pianista en actuaciones y fiestas privadas y clubs (donde veremos a J.K. Simmons en un pequeño papel ejerciendo como su jefe, aquel que nos regaló una impresionante actuación en 'Whiplash'), intentando ahorrar para hacerse con un antiguo club de jazz cuyos actuales dueños parecen estar empeñados en degradar hasta la deshonra, para allí, viéndose impulsado por su mayor objetivo en la vida, montar el suyo propio, como los de antes, para que la gente al fin pueda apreciar y disfrutar de ese estilo musical que a él le da la vida. Mia, por otra parte, persigue el mítico sueño hollywoodiense de convertirse en actriz, asistiendo a una audición tras otra en la que no deja de encontrarse a impertinentes que la interrumpen en plena prueba, que menosprecian su talento o que, directamente, la expulsan tras vomitar su primera frase sin darle una mínima oportunidad de hacer gala de sus cualidades.
Una vez presentados los dos personajes protagonistas, con sus vidas, rutinas y ambiciones, es cuando se entrecruzan de nuevo, tras la primera y efímera toma de contacto en el inicio del filme, para que comprueben que tienen más de una afinidad en común y que, al ritmo del baile y de la intensidad de sus pasiones, comiencen a compartir más de una conversación. A partir de este punto, la clásica historia de amor en la que los sueños de cada uno pueden interponerse en la relación para hacerlos escoger. Pruebas para él, pruebas para ella. ¿Aferrarse al amor o aprovechar las oportunidades que brinda el destino para ir en pos de los sueños? Una dura decisión que marcará la evolución de su relación con respecto a la de sus carreras. Nada nuevo, al fin y al cabo; un guión más bien poco innovador que sin embargo funciona muy bien al servicio de la poderosa pirotecnia audiovisual de fondo que, casi desde los primeros minutos del metraje, acaba haciéndose con el protagonismo absoluto. Sin embargo, lo bueno de la cinta es que Chazelle no se pierde del todo en los efectos, en la cautivadora música y en los atractivos movimientos de cámara como para dejar que el peso de la historia se hunda hasta el abismo; esta resiste, a pesar del tremendo tirón de la espectacularidad que, como se ha visto en cientos de ocasiones, acaba haciendo que el guión se antoje vacuo y sin gracia alguno. Aquí ambas partes se ven equilibradas y retroalimentadas.
Una película ultra comercial que está elaborada cuidadosamente para agradar al 95% del público, en el que por supuesto se incluyen tanto meros aficionados al séptimo arte como los más destacados profesionales del oficio, desde los que construyen las películas hasta los que las analizan y critican. Es evidente, 'La la land' está vil y enteramente (y no en un mal sentido) urdida para gustar; y lo bueno es que lo consigue.
Más difícil es, sin embargo, considerar que sea una obra maestra del cine, como muchos han hecho sin vacilar. Considero que para catalogar a una película con tan honrosa adjetivación debe poseer algo más; en cuanto a artificio está complicado, pero sí más profundidad en la historia, más trascendencia, más potencia narrativa, etc. No, no es una obra maestra, término que hoy en día se emplea con inconsciencia y demasiada facilidad, pero sin duda alguna sí es una gran película en la carrera de un director de tan solo 32 años que ya ha demostrado sobradamente que va a seguir construyéndose una tremenda trayectoria.
En cuanto a las actuaciones, sigue chocando en cierta manera, aunque ya ha actuado en distintas cintas de acción y comedia algo vacuas en los últimos años, ver a Ryan Gosling encarnando un papel como el de Sebastian. De no ser por la ambientación y ritmo de la película, al inicio se hace un tanto extraño verlo fruncir el ceño y no pensar que, de un momento a otro, un tremendo golpe de efecto nos arrancará de la historia y nos llevará a vislumbrar una escena de una violencia antológica (sí, 'Drive' (2011) le hizo mucho daño, en el mejor sentido posible de la palabra; todo un logro, y nos hace ver por su variedad de papeles que es un gran actor), y pese a que a Emma Stone se la ve más cómoda en la musicalidad, Gosling cumple sobradamente y actúa realmente bien. Y hablando de Mia, lo dicho, se la ve más cómoda, más ligera y natural exhibiendo un ritmo y una voz que maravillarán al espectador. Al principio, en esa escena musical en la casa con sus compañeras, tenía mis dudas, pero a medida que avanza el relato su voz cautiva de forma contundente y su actuación brilla en la pantalla.
Mención especial a la participación del cantante John Legend, cuya voz en esa actuación en el escenario, que personalmente considero la más espectacular de largo del filme, cobra una fuerza insólita y logra hacer bullir todos los sentidos del espectador.
En resumen, un guión de calidad intermedia, muy clásico en el típico sentido de la palabra, que sin duda se ve recompensado por unas grandes actuaciones, un final interesante para este tipo de historias y una espectacularidad audiovisual que consigue atraparnos haciéndonos olvidar las pocas carencias que tiene la película.
Lo mejor: la realización, el ritmo, la música, la ambientación y las actuaciones.
Lo peor: la estereotipada historia de amor y que el guión no goce de mayor profundidad.
Valoración: 9 / 10
Trailer:
Sinopsis:
Mia, una aspirante a actriz que trabaja como camarera, y Sebastian, un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima amenaza con separarlos.
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