Septiembre. Mes de la vuelta al cole, de la depresión post-vacacional, del regreso a los agobios rutinarios. Desde 'El Script también cuenta' queremos haceros un poco más llevadera la vuelta a la realidad, y por ello estrenamos hoy una iniciativa de la que os hablamos hace un par de semanas, el Crossblog.
Y lo hacemos de la mano de 'No Submarines', que no ha querido perderse la vuelta de Woody Allen, porque el director siempre vuelve, sin excepción, desde hace más de 40 años. Y cada año, miles de los seguidores que se enamoraron de Diane Keaton en 'Annie Hall' (1977), se identificaron con la cobardía de Boris Grushenko o se obsesionaron con los dilemas morales de 'Delitos y faltas' (1989), quieren reencontrarse con él para disfrutar, o al menos intentarlo, de su último trabajo.
A continuación os mostramos dos críticas, una a favor y otra en contra, de 'Café Society', la nueva comedia romántica del eterno director neoyorquino.
Y lo hacemos de la mano de 'No Submarines', que no ha querido perderse la vuelta de Woody Allen, porque el director siempre vuelve, sin excepción, desde hace más de 40 años. Y cada año, miles de los seguidores que se enamoraron de Diane Keaton en 'Annie Hall' (1977), se identificaron con la cobardía de Boris Grushenko o se obsesionaron con los dilemas morales de 'Delitos y faltas' (1989), quieren reencontrarse con él para disfrutar, o al menos intentarlo, de su último trabajo.
A continuación os mostramos dos críticas, una a favor y otra en contra, de 'Café Society', la nueva comedia romántica del eterno director neoyorquino.
A FAVOR
Comienzo esta crítica con el mayúscuslo típoco que resulta decir que 'Café Society' me ha hecho reconciliarme con el cine de Woody Allen. Y lo digo con la mano en el corazón. 'Irrational Man' (2015) estuvo cerca pero el todavía por aquel entonces penoso recuerdo de la impecablemente bien rodada, pero insulsa, 'Magic in the moonlight' (2014) no me permitió abordar la historia con toda la emoción que podría haberlo hecho. Supongo que el bueno de Woody sabe que no es fácil ser siempre un genio, no hay dos 'Manhattan' (1979), ni dos 'Annie Hall' (1977), ni dos 'Match Point' (2005), y por eso él sigue haciendo su cine cada año, un cine para él, por propia supervivencia, y no precisamente la económica, sino porque no sabe vivir sin rodar. Su cine que ha subsistido años y años contando una y otra vez historias que podrían ser la misma historia con distintos matices, ha hablado y habla siempre desde esa barrera de nostalgia y de maravillosa ironía que inunda (casi) todas sus producciones.
'Café Society' no es nada diferente a todo eso y a la vez se nos antoja como una nueva vertiente de la comedia romántica que al director tanto le gusta hacer, y ciertamente una de las más tristes de todas. Con dos de los escenarios más conocidos del planeta (Hollywood y Nueva York) y con Jesse Eissenberg (Bobby) y Kristen Stewart (Vonnie) a la cabeza, Allen se embarca en un relato tan visualemente atractivo como narrativamente irónico y desesperanzador. La idílica y soleada "meca del cine" de los años 30 es el centro de la diana de Allen; un Hollywood retratado como un lugar lleno de (im)personalidades, de simples nombres propios, de lujo, excesos y fiestas de largo en jardines de mansiones. Un Hollywood que no evoca otra cosa que uno de los sentimientos más puramente humanos: la soledad.
Precisamente en contraste a este sentimiento, la película del neoyorquino se nos presenta curiosamente viva, llena de luz, de calidez, de sonrisas angelicales y de miradas que encandilan a cualquiera. Unos secundarios entre los que se encuentran un judío con dudas existenciales y un gángster que entierra cadáveres de la manera más elegante del mundo cierran el magnífico plantel de personajes de esos a los que Woody Allen usa como un arma de doble filo: por un lado aliñan su guión de personajes, por otro le sirven para terminar de desarrollar su constante crítica a la sociedad o la religión.
En el aparartado técnico, sería un crimen decir que este señor de 81 años no sigue en plena forma. Y es que en 'Café Society' Allen vuelve a demostar que (llámemoslo práctica) le sobra. Su elegantísima planificación, llena de planos secuencia y su magnífica y cuidada fotografía (a cargo de Vittorio Storaro) lo demuestran. Porque si algo sabemos todos - Woody Allen incluido - es que la mafia y Hollywood son la perfección y la elegancia absoluta. ¿Acaso alguien lo dudaba? El Hollywood de Woody Allen es un mundo tan perfecto, que lejos de invitarnos a entrar, nos repele y nos resulta insano, frágil, vacío.
Tan vacío como nuestro Bobby perdido en ese 'Café Society' que dibuja Allen en su película. Un Café Society que son todos los cafés societies de Hollywood, o de Nueva York, un club tan exclusivo y tan repleto de gente que resulta vacío, amargo, frío, pobre, solo, desesperanzador. ¿Un agridulce reflejo de lo que el clarinetista opina de cierto tipo de esferas de la industria? Le dejamos la respuesta al espectador.
Lo mejor: Redescubrir la química entre Jesse Eisenberg y una Kristen Stewart en estado de gracia.
Lo peor: El octogenario narrador no acaba de funcionar
Beatriz Muyo
No Submarines
'Café Society' no es nada diferente a todo eso y a la vez se nos antoja como una nueva vertiente de la comedia romántica que al director tanto le gusta hacer, y ciertamente una de las más tristes de todas. Con dos de los escenarios más conocidos del planeta (Hollywood y Nueva York) y con Jesse Eissenberg (Bobby) y Kristen Stewart (Vonnie) a la cabeza, Allen se embarca en un relato tan visualemente atractivo como narrativamente irónico y desesperanzador. La idílica y soleada "meca del cine" de los años 30 es el centro de la diana de Allen; un Hollywood retratado como un lugar lleno de (im)personalidades, de simples nombres propios, de lujo, excesos y fiestas de largo en jardines de mansiones. Un Hollywood que no evoca otra cosa que uno de los sentimientos más puramente humanos: la soledad.
Precisamente en contraste a este sentimiento, la película del neoyorquino se nos presenta curiosamente viva, llena de luz, de calidez, de sonrisas angelicales y de miradas que encandilan a cualquiera. Unos secundarios entre los que se encuentran un judío con dudas existenciales y un gángster que entierra cadáveres de la manera más elegante del mundo cierran el magnífico plantel de personajes de esos a los que Woody Allen usa como un arma de doble filo: por un lado aliñan su guión de personajes, por otro le sirven para terminar de desarrollar su constante crítica a la sociedad o la religión.
En el aparartado técnico, sería un crimen decir que este señor de 81 años no sigue en plena forma. Y es que en 'Café Society' Allen vuelve a demostar que (llámemoslo práctica) le sobra. Su elegantísima planificación, llena de planos secuencia y su magnífica y cuidada fotografía (a cargo de Vittorio Storaro) lo demuestran. Porque si algo sabemos todos - Woody Allen incluido - es que la mafia y Hollywood son la perfección y la elegancia absoluta. ¿Acaso alguien lo dudaba? El Hollywood de Woody Allen es un mundo tan perfecto, que lejos de invitarnos a entrar, nos repele y nos resulta insano, frágil, vacío.
Tan vacío como nuestro Bobby perdido en ese 'Café Society' que dibuja Allen en su película. Un Café Society que son todos los cafés societies de Hollywood, o de Nueva York, un club tan exclusivo y tan repleto de gente que resulta vacío, amargo, frío, pobre, solo, desesperanzador. ¿Un agridulce reflejo de lo que el clarinetista opina de cierto tipo de esferas de la industria? Le dejamos la respuesta al espectador.
Lo mejor: Redescubrir la química entre Jesse Eisenberg y una Kristen Stewart en estado de gracia.
Lo peor: El octogenario narrador no acaba de funcionar
Beatriz Muyo
No Submarines
EN CONTRA
¡Qué sí, qué sí! ¡Que Woody es único, su cine no tiene par! ¡Y yo lo idolatraré hasta la muerte! Pero Allen ya no es el de hace años, ha perdido el punch, la capacidad para encantar al público con su inconfundible sello humorístico, con sus amoríos imposibles, con su filosofía existencialista judía. Se ha ablandado, sus guiones son más débiles que antaño.
Ves 'Magia a la luz de la luna' (2014) y sales de la sala diciendo "nunca más", y pasa un año y te vas a ver 'Irrational man' (2015) y sales pensando "nunca más", pero sabiendo que el déjà vu se repetirá doce meses después. Sucede siempre con los hábitos y los asuntos de culto (la misa del domingo, las borracheras de los viernes y las llamadas a esa mujer), y Woody Allen tiene el curioso mérito de pertenecer a los dos grupos. Pero ya que viene al caso parafrasearé la paráfrasis de Allen a Groucho Marx: "No quiero pertenecer a un club que tenga como socio a un Woody chocho".
La agilidad y la gracia del inicio comienza a disiparse a partir de la media hora, cuando la ñoñería de Bobby (Jesse Eisenberg) te empalaga en la butaca e impide que consigas una postura cómoda. No soy capaz de sentir pena ni por él ni por su tío Phil (Steve Carrel), el primero por sensiblero y plasta, el segundo por ser un personaje mal configurado: Carrel parece que siga estando en la piel del estúpido arrogante Michael Scott, más que en la de un productor de cine atento y audaz. Sólo siento lástima por Vonnie, Kristen Stewart no es sólo la que mejor actúa del triángulo amoroso, sino que además a su corazón le toca escoger entre dos mequetrefes.
La agilidad y la gracia del inicio comienza a disiparse a partir de la media hora, cuando la ñoñería de Bobby (Jesse Eisenberg) te empalaga en la butaca e impide que consigas una postura cómoda. No soy capaz de sentir pena ni por él ni por su tío Phil (Steve Carrel), el primero por sensiblero y plasta, el segundo por ser un personaje mal configurado: Carrel parece que siga estando en la piel del estúpido arrogante Michael Scott, más que en la de un productor de cine atento y audaz. Sólo siento lástima por Vonnie, Kristen Stewart no es sólo la que mejor actúa del triángulo amoroso, sino que además a su corazón le toca escoger entre dos mequetrefes.
Y aunque el humor marca Allen que vuelve a sus películas tras varios años muy camuflado, se disipa cuando se abandona Nueva York (prueba fehaciente de que no hay mayor musa para el director que su patria chica), en Los Ángeles todo resulta artificial y tópico, a pesar de que la ambientación es magnífica. El argumento, repetitivo y previsible, crece exponencialmente en aburrimiento cada vez que Allen abre la boca en forma de ese narrador tan machacón. Al final las lágrimas, más que de oro como deja suponer la portada, son de aburrimiento por la sucesión de imágenes soporíferas (aunque con cierto encanto) que se proyectan en pantalla.
La cursilería que Boyero confunde con belleza decepciona profundamente en el espectador que ve en Allen a un hombre capaz de obrar milagros: hacerte olvidar un mal día con 'La maldición del escorpión de Jade' (2001) o cualquier otra de sus grandes comedias, noquearte los principios con 'Match Point' (2005), crear emociones puras, o simplemente divertir en el peor de los casos. Pero con 'Café Society' de que Woody Allen se apaga, cae en lugares comunes a los que no dota de nuevos planteamientos, la mayor parte del guión es simplón y mediocre. No veo una comedia romántica patética y triste, sino más bien lánguida.
La subtrama de Ben (Corey Stoll) y la familia de Bobby oxigena la película, pero la fanfarronería mafiosa del hermano choca en exceso con la melancolía de los amoríos no correspondidos, con la solemnidad nostálgica que Allen intenta imprimir en su última obra. Y sí, te saca alguna sonrisa, pero suena forzado, sacado de lugar, e incluso también termina por ser repetitivo y simple.
Quizás 'Café Society' sólo sea una película para incondicionales del bueno de Woody y para enamorados, que correspondidos o no, buscan en el cine un apoyo en el que reposar los problemas durante un rato.
Lo mejor: La ambientación y la música.
Lo peor: Woody Allen en tareas narrativas.
Javier Haya
El Script también cuenta
La subtrama de Ben (Corey Stoll) y la familia de Bobby oxigena la película, pero la fanfarronería mafiosa del hermano choca en exceso con la melancolía de los amoríos no correspondidos, con la solemnidad nostálgica que Allen intenta imprimir en su última obra. Y sí, te saca alguna sonrisa, pero suena forzado, sacado de lugar, e incluso también termina por ser repetitivo y simple.
Quizás 'Café Society' sólo sea una película para incondicionales del bueno de Woody y para enamorados, que correspondidos o no, buscan en el cine un apoyo en el que reposar los problemas durante un rato.
Lo mejor: La ambientación y la música.
Lo peor: Woody Allen en tareas narrativas.
Javier Haya
El Script también cuenta
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