Hace un par de semanas, USA Today publicaba una información que volvía a poner la última película de Ridley Scott en el ojo del huracán: Mark Whalberg había cobrado 1'5 millones de dólares frente a los 10.000 dólares de su protagonista, Michelle Williams, por el mismo trabajo realizado. Si en noviembre 'Todo el dinero del mundo' (2017) se convirtió en noticia (tiempo antes de su estreno) por causas ajenas al producto, ahora lo vuelve a hacer por la hipocresía de su director.
Fotograma de 'Todo el dinero del mundo', Scott debe sentirse como Williams en esta imagen tras el destape de la última polémica
El debate sobre si Kevin Spacey debía o no debía ser eliminado del reparto una vez se dieron a conocer las distintas denuncias contra el artista de New Jersey por acoso sexual admite varias posturas. La mía distingue entre la labor como actor y el comportamiento humano. Spacey es uno de los mejores actores de su generación, y eso es inmutable, aunque en su vida privada se dedicase a devorar bebés. Su vida delictiva es responsabilidad del fiscal y del poder judicial. Aunque es compresnsible que se relegue al temible Keyser Socer al ostracismo profesional como consecuencia de estas acusaciones, cómo ya hiciesen en 'House of Cards', nadie quiere trabajar con un pervertido que abusa de su posición de poder. Menos comprensible resulta que se le expulse una vez ya se ha grabado la película (es un concepto casi propio del universo Black Mirror, imagínense que en unos años en lugar de ver a Kevin Spacey veamos un borrón gris y una voz distorsionada en 'American Beuty' (1999) o en 'L.A Confidential' (1997)), sobre todo por los costes que esto implica.
Sobre los costes de producción precisamente deriva la segunda polémica. La elección en un primer momento valiente de Ridley Scott ha acarreado, finalmente, más abucheos que aplausos. Tras la sustitución de Spacey por Christopher Plumber (a simple vista mejor opción desde un primer momento, ya que parte con la edad del personaje que le toca encarnar, y porque el canadiense, casi nonagenario, está viviendo su época más fructífera en la gran pantalla), el director anunció que ningún miembro del antiguo reparto cobraría por repetir las escenas. Afirmación desmentida por las informaciones del USA Today.
Caracterización de Kevin Spacey en 'Todo el dinero del mundo', quizás el escándalo protagonizado estos últimos meses le haga envejecer tan rápido
En esta ocasión, peor le va a sentar el remedio que la enfermedad a Ridley Scott. El caballero de la corte de Isabel II no se ha comportado como tal, es más, la etiqueta de mentiroso difícilmente se la va a quitar de encima, como la de acosador Kevin Spacey, que por cierto, está ya en rehabilitación tratando su adicción al sexo. Sin embargo, esto no será tampoco impedimento para ir a ver la película, ni para menospreciarla. Película que tiene una pinta muy atractiva, y casi todos los ingredientes para tratarse de un buen thriller, a pesar de que Mark Whalberg forme parte del reparto.
Mark Whalberg, ese hombre que ha demostrado tener más dotes como sindicalista que como actor. Al igual que a mí (y a diferencia de Michelle Williams), a él no parecía importarle que Spacey saliese en la película, ventaja que tomó para condicionar su permanencia en el elenco a una mordida salarial que no le correspondía. Las amenazas parecieron surtir el efecto deseado, pero tras el destape del USA Today, la presión del movimiento Time's Up y de personalidades del mundo del cine como Jessica Chastain (una de las primeras en hacerse eco de la noticia), Whalberg ha tomado de su propia medicina y le ha tocado donar ese kilo y medio precisamente al movimiento Time's Up. Lo más curioso de todo es que ambos actores están representados por la misma agencia: William Morris Endeavor Enterntainment.
Más de uno apuntaba por ahí que si hay un actor que merece ser mileurista, ese era precisamente Mark Whalberg. Pero como se dedica a hacer blocksbusters de medio pelo como 'Transformers: El último caballero' (2017) o 'Día de patriotas' (2016), resulta que es uno de los mejores pagados de la industria, que como dijo Lauren Bacall: "Es una mierda". Pero hablemos de cine, no del mercado. Por lo que respecta a uno y otro, Michelle Williams hizo llorar hace poco a más de uno (un servidor se incluye) con su interpretación en 'Manchester frente al mar' (2016), y la otra cinta en la que apareció el año pasado, 'Certain Women', apenas exhibida en nuestro país, es un relato de historias cruzadas sobre mujeres trabajadores bello y desolador, otra gran demostración de buen cine de la directora indie Kelly Reichardt. Mientras que la única aparición significativa que recuerdo de Whalberg en un film de mi agrado (lamento que 'Infiltrados' (2006) me parezca una obra sobrevaloradísima donde Scorsese nos cuenta por enésima vez la misma historia ya gastada y artificiosa) es 'The Fighter' (2010); película de David O.Rusell en la que un protagonista Whalberg se queda sin protagonismo por culpa de dos magníficos secundarios: un moscardón anoréxico aunque energético que no para de revolotear al rededor de la pantalla llamado Cristian Bale y una majestuosa Melissa Leo, de hecho, al salir del cine da la sensación que el director le ha dedicado demasiado tiempo al personaje equivocado.
Ya la forma en la que cada uno llegó a ser estrella de cine dice mucho. Whalberg era un pijo gamberro con un cuerpo bonito que se dedicaba a rapear sin camiseta y a ganar pastizales como modelo de gayumbos. Diré más, hasta hace poco pensaba que Whalberg era de esos luchadores de la WWE reciclados al celudoide como Dave Bautista o Dwayne Johnson (perdonen mi ignorancia), quizás la culpa sea de David O. Rusell o quizás de su medio registro actoral: al menos The Rock tiene carisma. Williams se emancipó con quince años para poder alcanzar una meta: dedicarse a la actuación. Williams es de las que ha hecho más teatro que publicidad.
Menos mal, que al final el dinero no lo es todo en este mundo. Y sinceramente espero que 'Todo el dinero del mundo' me fascine. Mientras esperamos, les dejo con este magnífico videoclip de Whalberg cuando se hacía llamar Marky Mark. E
Fotograma de 'Todo el dinero del mundo', Scott debe sentirse como Williams en esta imagen tras el destape de la última polémica
El debate sobre si Kevin Spacey debía o no debía ser eliminado del reparto una vez se dieron a conocer las distintas denuncias contra el artista de New Jersey por acoso sexual admite varias posturas. La mía distingue entre la labor como actor y el comportamiento humano. Spacey es uno de los mejores actores de su generación, y eso es inmutable, aunque en su vida privada se dedicase a devorar bebés. Su vida delictiva es responsabilidad del fiscal y del poder judicial. Aunque es compresnsible que se relegue al temible Keyser Socer al ostracismo profesional como consecuencia de estas acusaciones, cómo ya hiciesen en 'House of Cards', nadie quiere trabajar con un pervertido que abusa de su posición de poder. Menos comprensible resulta que se le expulse una vez ya se ha grabado la película (es un concepto casi propio del universo Black Mirror, imagínense que en unos años en lugar de ver a Kevin Spacey veamos un borrón gris y una voz distorsionada en 'American Beuty' (1999) o en 'L.A Confidential' (1997)), sobre todo por los costes que esto implica.
Sobre los costes de producción precisamente deriva la segunda polémica. La elección en un primer momento valiente de Ridley Scott ha acarreado, finalmente, más abucheos que aplausos. Tras la sustitución de Spacey por Christopher Plumber (a simple vista mejor opción desde un primer momento, ya que parte con la edad del personaje que le toca encarnar, y porque el canadiense, casi nonagenario, está viviendo su época más fructífera en la gran pantalla), el director anunció que ningún miembro del antiguo reparto cobraría por repetir las escenas. Afirmación desmentida por las informaciones del USA Today.
Caracterización de Kevin Spacey en 'Todo el dinero del mundo', quizás el escándalo protagonizado estos últimos meses le haga envejecer tan rápido
En esta ocasión, peor le va a sentar el remedio que la enfermedad a Ridley Scott. El caballero de la corte de Isabel II no se ha comportado como tal, es más, la etiqueta de mentiroso difícilmente se la va a quitar de encima, como la de acosador Kevin Spacey, que por cierto, está ya en rehabilitación tratando su adicción al sexo. Sin embargo, esto no será tampoco impedimento para ir a ver la película, ni para menospreciarla. Película que tiene una pinta muy atractiva, y casi todos los ingredientes para tratarse de un buen thriller, a pesar de que Mark Whalberg forme parte del reparto.
Mark Whalberg, ese hombre que ha demostrado tener más dotes como sindicalista que como actor. Al igual que a mí (y a diferencia de Michelle Williams), a él no parecía importarle que Spacey saliese en la película, ventaja que tomó para condicionar su permanencia en el elenco a una mordida salarial que no le correspondía. Las amenazas parecieron surtir el efecto deseado, pero tras el destape del USA Today, la presión del movimiento Time's Up y de personalidades del mundo del cine como Jessica Chastain (una de las primeras en hacerse eco de la noticia), Whalberg ha tomado de su propia medicina y le ha tocado donar ese kilo y medio precisamente al movimiento Time's Up. Lo más curioso de todo es que ambos actores están representados por la misma agencia: William Morris Endeavor Enterntainment.
Más de uno apuntaba por ahí que si hay un actor que merece ser mileurista, ese era precisamente Mark Whalberg. Pero como se dedica a hacer blocksbusters de medio pelo como 'Transformers: El último caballero' (2017) o 'Día de patriotas' (2016), resulta que es uno de los mejores pagados de la industria, que como dijo Lauren Bacall: "Es una mierda". Pero hablemos de cine, no del mercado. Por lo que respecta a uno y otro, Michelle Williams hizo llorar hace poco a más de uno (un servidor se incluye) con su interpretación en 'Manchester frente al mar' (2016), y la otra cinta en la que apareció el año pasado, 'Certain Women', apenas exhibida en nuestro país, es un relato de historias cruzadas sobre mujeres trabajadores bello y desolador, otra gran demostración de buen cine de la directora indie Kelly Reichardt. Mientras que la única aparición significativa que recuerdo de Whalberg en un film de mi agrado (lamento que 'Infiltrados' (2006) me parezca una obra sobrevaloradísima donde Scorsese nos cuenta por enésima vez la misma historia ya gastada y artificiosa) es 'The Fighter' (2010); película de David O.Rusell en la que un protagonista Whalberg se queda sin protagonismo por culpa de dos magníficos secundarios: un moscardón anoréxico aunque energético que no para de revolotear al rededor de la pantalla llamado Cristian Bale y una majestuosa Melissa Leo, de hecho, al salir del cine da la sensación que el director le ha dedicado demasiado tiempo al personaje equivocado.
Ya la forma en la que cada uno llegó a ser estrella de cine dice mucho. Whalberg era un pijo gamberro con un cuerpo bonito que se dedicaba a rapear sin camiseta y a ganar pastizales como modelo de gayumbos. Diré más, hasta hace poco pensaba que Whalberg era de esos luchadores de la WWE reciclados al celudoide como Dave Bautista o Dwayne Johnson (perdonen mi ignorancia), quizás la culpa sea de David O. Rusell o quizás de su medio registro actoral: al menos The Rock tiene carisma. Williams se emancipó con quince años para poder alcanzar una meta: dedicarse a la actuación. Williams es de las que ha hecho más teatro que publicidad.
Menos mal, que al final el dinero no lo es todo en este mundo. Y sinceramente espero que 'Todo el dinero del mundo' me fascine. Mientras esperamos, les dejo con este magnífico videoclip de Whalberg cuando se hacía llamar Marky Mark. E
Javier Haya
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